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CRUZANDO FRONTERAS EN CENTRO ASIA

Nuestro paso por Uzbekistan fue corto pero intenso, descubrimos un país del centro de Asia con mucha historia y una cultura diferente a la de su país vecino del que veníamos, Kyrgyztan.

Habíamos leído mucho sobre las fronteras de y con este país del centro de Asia, no había blog o guía de viaje que no explicara lo difícil que es pasar estas fronteras y más las terrestres. Nos empapamos de todo y de todas las recomendaciones: muchos controles de todo y para todo, lista de medicamentos, lista de material, lista de los objetos a declarar a la frontera. Así que preparamos todos y cada uno de los detalles para hacer el paso de frontera de Kyrgyztan a Uzbekistan por Osh-Andijon.

Tramitamos la e-Visa, todo por internet, bastante fácil y la misma web te indica todos los pasos. Cuesta 20$ y en 48h-72h se recibe la confirmación. Mientras en nuestra cabeza retumbaban mil y una preguntas. ¿Cómo será el paso? ¿Nos van a abrir las mochilas? ¿Nos van a preguntar qué hacemos allí? ¿Y los móviles?

Para llegar al paso fronterizo desde donde estamos alojados cogemos el trolley número 2 hasta el final de línea, allí quedará 1 km andando hasta llegar a la frontera. La calle por la que caminamos hay casetas de cambio a nuestro lado derecho, ninguna señal, ninguna indicación pero vamos siguiendo la corriente de la gente y los coches que van en aquella dirección. Polvo, arena, parece un escenario de guerra.

Al final llegamos o eso creemos porqué encontramos una cola quilométrica de gente, nosotros intentando saber cual es la nuestra ya que separan las colas según el país de origen. Nuestras caras nos delatan pensamos, no sabemos donde ni como tenemos que ponernos para cruzar hacia Uzbekistán, pero nuestra sorpresa es que todo el mundo nos quiere ayudar a pasar la frontera, no es habitual ver 2 europeos en noviembre cruzando por allí. De repente una señora se acerca a nosotros y nos lleva hasta las puertas de reja de la frontera, nos saltamos toda la cola, les dice algo a los militares que vigilan la zona y nos abren las rejas para pasar. Tenemos dudas de si eso es bueno o es malo, pero seguimos adelante. Los militares nos preguntan de dónde somos, Barcelona nuestra única respuesta. Una vez pasa esta primera puerta caminamos en paralelo y siempre con una reja por en medio, de la cola larguísima de paisanos que quieren entrar a Uzbekistán. Es espectacular, la gente se amontona, se da empujones, unos con bolsas enormes de comida, otros con maletas de ropa, parecía un sin sentido y como si escaparan de su país, pero no, así es este paso fronterizo; gente, mucha gente que pasa a diario de Kyrgyztan a Uzbekistán. Nosotros mientras, sin ningún tipo de problema vamos pasando los primeros controles de salida de Kyrgyztan, militares, policías, todos nos van haciendo pasar sin ninguna complicación, al contrario. Nos ponen el sello de salida y quedamos en tierra de nadie durante unos metros. Nos miramos con Xevi y no tenemos muy claro lo que está pasando, todas las dificultades que habíamos leído, de momento nada de nada. Seguimos caminando hasta llegar a los controles de entrada a Uzbekistan, de nuevo los militares, policías preguntando de donde éramos y a la que abríamos la boca y sonaba Barcelona todo eran sonrisas, oír retumbando “Barça” “Messi” y gestos de “pasad, pasad”. La gente nos abrió paso y todo, y lo que creíamos que tardaríamos horas y horas, en escasos minutos tenemos los sellos de entrada a nuestro pasaporte. Ningún registro, ninguna declaración de objetos. Qué curioso. No hablamos mucho con Xevi, las fronteras son lugares de seriedad y de estar por los oficiales del país, pero con las miradas sí, intercambiamos nuestras sensaciones de alucine, de perplejidad por lo que estábamos viviendo. Y una vez dentro de Uzbekistán tocaba conseguir transporte para llegar al primer pueblo, Andijon.

Salir del país también fue una experiencia, muy diferente a la de la entrada. Esta vez salíamos en tren y nos íbamos hacia Kazahstán. Cogimos el tren de las 14h47 hora local, sale con puntualidad. En nuestro vagón estamos nosotros y un par de mujeres más. El tren no va demasiado rápido, la frontera no está muy lejos y nosotros volvemos a tener aquellos nervios de los días que cruzamos entre dos países. De momento en toda nuestra estancia en Uzbekistán no hemos encontrado nada de lo que habíamos leído, ningún control, ningún registro, pero no sabíamos todavía lo complicado que se pondrían las cosas al salir del país.

Pocos quilómetros más tarde el tren, es un paso fronterizo ferroviario, donde los controles de pasaportes y todas las gestiones se hacen en el mismo tren. Vemos subir a los militares y a la policía de fronteras. Nosotros seguimos sentados, expectantes. Xevi me comenta que oye una conversación, sin entender lo que dicen, que no es del todo amigable, es una militar que está registrando los equipajes. Llega hasta nosotros y nos pide que abramos los equipajes y la única pregunta es si llevamos medicación. Abrimos los equipajes e inmediatamente Xevi saca nuestro botiquín. La militar empieza a mirar y remirar todos y cada uno de los medicamentos que llevamos y nos va preguntando hasta que encuentra el Tramadol, se gira hacia los otros militares, hablan, no entendemos de qué, hace una llamada. Hacia nosotros se acerca el único militar que habla inglés y nos explica un poco lo que está haciendo su compañera, nos explica que es un medicamento prohibido en el país y nos pregunta repetidas veces por qué lo llevamos y que por qué no llevamos la receta. Le intento explicar porqué llevamos este medicamento, que la receta la hemos olvidado a Barcelona, que no llevamos el papel de declaración porqué en el paso fronterizo de Andijon no nos registraron ni nos pidieron nada, ni nos hicieron hacer una declaración del botiquín. Y así unos 40-45 minutos mientras el vagón donde teníamos a dos militares se va llenando de más militares. Sabemos que están haciendo su trabajo, pero pasamos estos minutos de tensión, nervios e inseguridad; al final ellos están al mando. Entre explicaciones nos traen los pasaportes sellados pero el interrogatorio sigue y nuestra tranquilidad no llega hasta el momento en qué la militar se saca los guantes del registro. Siguen allí un rato más y pasados unos minutos se levantan y nos dicen adiós.

Nos miramos con Xevi y nos decimos…estaban haciendo tiempo! Y deducimos que al ser pocos han ido rápido con los pasaportes y los registros, pero el tiempo está calculado por si el tren va lleno.

Y esta fue nuestra experiencia de entrar y salir de un país que no nos dejó indiferente, Uzbekistán.

Aun así os dejamos unos cuantos datos prácticos y/o recomendaciones a tener en cuenta para pasar las fronteras de este país.

  • Desde el 1 de febrero de 2019 para los ciudadanos de España se introduce un régimen sin visado para la entrada y la estancia en la República de Uzbekistán por un período de 30 días
  • Es obligatorio registrar el pasaporte a la policía en los tres primeros días laborables de estancia en el país (sin contar sábados, domingos y festivos). Las 72 horas comienzan a contarse desde las 24 horas del día de llegada. Si te alojas en hostel/hotel ellos mismos hacen el registro a la policía. Y si no te vas a alojar en hostel o hoteles puedes hacer el registro en http://reg.emehmon.uz/
  • Lista de los medicamentos escrito en inglés para que sirven. Si tenéis que llevar algún medicamento no común llevad la receta médica donde explique para qué sirve y las dosis.
  • Lista de los objetos a declarar

Si tienes dudas o quieres más información no dudes en contactarnos hello@compassontheroad

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